martes, 6 de abril de 2010

Hiromi Kawakami, El cielo es azul, la tierra blanca


Resulta necesario, más a menudo de lo que lo hacemos, girar nuestra cabeza occidental hacia el este. Soy la primera que peco de americanitis cuando se trata de libros de cuentos, o de francesidad exacerbada por deformación profesional. Por eso, leer una novela como El cielo es azul, la tierra blanca, resulta refrescante, no sé si tanto como un helado de té verde bajo los cerezos en flor, pero se tiene que parecer bastante.

Hiromi Kawakami es una escritora nacida en Tokio en 1958. Aquí sabemos poco de ella, lo que se limitan a señalar en la aleta de la editorial Acantilado, que ha publicado su novela en 2009. Fue profesora de Biología hasta que apareció su primera novela y es una de las escritoras japonesas más leídas en su país.

La historia gira en torno a dos personajes. Tsukiko es una mujer que roza los cuarenta, solitaria, sin suerte para las relaciones y el amor, según ella misma. “El Maestro”, llamado así por Tsukiko, es su antiguo profesor de japonés del instituto, un hombre mayor, sabio, solitario, que ha sido abandonado por su mujer. Ambos se encuentran de manera fortuita en una taberna, escogen la misma comida, beben sake frío o caliente según la estación del año y conversan, comparten momentos, se acercan, se alejan.

Todo el libro está envuelto en ese ambiente de haiku que ya nos anuncia el título. Una prosa sencilla, nada rebuscada, fácil de leer y al mismo tiempo, de una hondura poética, de una sutileza difíciles de encontrar. La novela está sembrada de elementos sensoriales (sonidos, colores, olores...), con especial detalle a lo que comen y beben los personajes, pero también a los delicados cambios naturales y las estaciones (lluvia, árboles, animales, setas, flores).

Una buena historia, en resumen, centrada, equilibrada, de relaciones verosímiles. En Japón, eso sí, otra cultura que, a pesar del sashimi de atún, el futón y el kimono, no nos resulta ni extraña ni alejada, puesto que permite la identificación, la empatía.

Esta novela me ha recordado a la película japonesa Despedidas. Tal vez alguien la haya visto y coincida conmigo en ese algo pequeño y delicado que ambas historias comparten. Un algo triste y bello que no decepciona. ¿Por qué será?

Si queréis ver el vídeo de la segunda parte de este programa (13/01/2010), pinchad aquí.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo con la descripción de la novela, especialmente en esa manera tan japonesa de narrar los momentos más cotidianos con expresiones sencillas pero muy gráficas.

    Es sorprendente el hilo conductor de la historia, el sake y la comida, todo ambientado en una taberna que me la imagino como un confesionario de almas perdidas.

    Ahora, a ver si encuentro la película. Cómo engancha el mundo japonés!

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