jueves, 30 de diciembre de 2010

Sue Kaufman, Diario de un ama de casa desquiciada


Este es el diario de Tina Balser, un ama de casa acomodada de los años sesenta que parece tenerlo todo (un apartamento en la zona oeste de Manhattan, un marido abogado, dos niñas adorables, una situación económica desahogada, etc.) Y, sin embargo, en su vida aparentemente perfecta, no es feliz. En busca de la raíz de su insatisfacción, comienza a relatar las situaciones cotidianas de su existencia en el cuaderno que tenemos entre manos. Desde la relación con su marido y los cócteles a los que asisten, infestados de burguesía intelectualoide que vive de alcohol y apariencias, hasta la minuciosidad de la preparación de la cena de Acción de Gracias, abocada al más hilarante de los desastres. Pero detrás de la nieve sobre Central Park o del humo de los cigarrillos, nos encontraremos con la gran cuestión: la infelicidad de la sociedad del bienestar, de las apariencias y de la falta de amor.

Sue Kaufman (1926-1977) creó en 1967 el personaje de Tina Balser. Neoyorkina como ella, no teníamos constancia de esta autora hasta que este año 2010 la editorial Libros del Asteroide se decide con gran acierto a traducirla al castellano. Y ya va por la tercera edición.

Nada que ver con las parodias autoindulgentes “para mujeres”. Un humor ácido, que no impide la carcajada pero la matiza, lo corroe todo. Si contaba con ellas, el lector acabará adoptando las manías de Tina: confeccionar listas de quehaceres interminables con la sensación de que por mucho que una haga, nunca hará bastante.

Si queréis ver el vídeo de la segunda parte de este programa (22/12/2010), pinchad aquí.

Cesare Pavese, El bello verano


“Aquellos días eran siempre fiesta.” Así empieza El bello verano, novela breve publicada en 1949.

En las noches estiradas del verano, nuestra protagonista es Ginia, una joven frágil, inocente, que trabaja y sale con sus amigas a bailar. Estamos en los años treinta, en el Turín anterior a la guerra. A través de otra muchacha, Ginia entra en contacto con el ambiente bohemio de los pintores y se enamora de uno de ellos. A partir de ahí, marcado por las resistencias y seducciones del comienzo, Ginia iniciará un amor desesperante, cargado de expectativas e ilusiones inestables.

Cesare Pavese (1908-1950) es el poeta del neorrealismo italiano, el simbolista de la realidad sórdida, entre cuyos escombros, sin embargo, crece la flor más delicada. Tuvo una vida difícil, marcada por la Segunda Guerra Mundial, la resistencia y la cárcel, y por su carácter triste, en extremo sensible. Nos dejó poemas escalofriantes y bellos como ese “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos” y un puñado de novelas hermosas.

La pérdida de la inocencia y el paso de la adolescencia a la edad adulta. Una educación sentimental de la que nadie puede pretender salir ileso. Si el verano se equipara a la esperanza de la juventud, el invierno será la madurez desengañada. Cien páginas intensas y melancólicas, livianas y al mismo tiempo muy hondas, que dejan un regusto extraño, tan brillante como una pequeña joya.


Si queréis ver el vídeo de la primera parte de este programa (22/12/2010), pinchad aquí.

viernes, 19 de noviembre de 2010

David Monteagudo, Fin


David Monteagudo es uno de esos casos raros de vocación literaria tardía y brillante, aunque sólo sea por su primera novela. A la prensa le gusta señalar que trabaja en la cadena de montaje de una fábrica de cartones, por aquello del mito de la Cenicienta proletaria que se convierte en princesa escritora. Que nadie se lleve a engaño, sea cual sea esa vida que financia dos.

Fin resulta desde el principio una novela sorprendente, extraña, atípica, diferente a lo que estamos habituados a leer. Sólo por eso, ya merece la pena. Pero es también un fresco psicológico, una novela profundamente humana e individual. Un grupo de antiguos amigos en la cuarentena se reúne tras un largo periodo de poca relación en un refugio de montaña para disfrutar de un fin de semana nostálgico. Sin embargo, nada es lo que parece. Desde el principio, aflora un turbio episodio del pasado que los une y, la primera noche, un inesperado apagón altera los planes de nuestra cuadrilla. A partir de ahí, “algo” nos amenazará, de manera cada vez más cercana y palpable.

El lector se convierte en un personaje más, quizás algo más consciente, atrapado por la prosa asfixiante de las descripciones de ese narrador más omnipotente que omnisciente, que se aleja de nosotros, que nos abandona a nuestra suerte. A toda costa desearemos escapar de la atmósfera apocalíptica, de ese miedo a pleno sol y en espacios abiertos. Sólo por eso, por un instinto de supervivencia, avanzaremos en la lectura, para huir de los galgos como si fuéramos sus presas.

Lectores fácilmente impresionables, abstenerse.


Si queréis ver el vídeo de la segunda parte de este programa (17/11/2010), pinchad aquí.

Miguel Delibes, El disputado voto del señor Cayo


No es un tópico decir que Miguel Delibes nos dejó huérfanos a todos con su muerte acaecida en marzo de 2010. Con él se acabó una saga de escritores, de literatos de otra época que ya no volverá a ser la nuestra. Era el último de los grandes, de aquellos que leíamos en el instituto y, oh rareza, todavía estaba vivo. No importa que obtuviese todos los premios y que el Nobel no lo hubiese invitado nunca a bailar.

Hay frases que se recuerdan más allá de aquellas personas que las idearon. “Milana, bonita”, de Los santos inocentes. Paco Rabal también puso cara a nuestro señor Cayo en la versión cinematográfica. Publicada en 1978, El disputado voto del señor Cayo retrata un momento de la transición política de nuestra historia. Ante las inminentes elecciones, tres jóvenes militantes de un partido político no especificado viajan al corazón de la Castilla rural para conseguir votos. Recalan en un pueblo semiabandonado, en el que vive el señor Cayo, poniendo de manifiesto este leitmotiv de las historias de Delibes, la brecha entre la ciudad, el mundo urbano (con su ritmo frenético, irreflexivo) y el campo, esa realidad otra a punto de desaparecer.

Dos universos, dos tiempos, dos ritmos, dos lenguajes que utilizan el mismo código y sin embargo no se comprenden, y la mirada externa del señor Cayo que nos hace volver sobre las necesidades creadas del mundo en que vivimos.

¿Por qué ofrecer la salvación a quien no necesita ser salvado?

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jueves, 28 de octubre de 2010

Ignacio Martínez de Pisón, Aeropuerto de Funchal



Iré al grano. Hay un antes y un después de “Siempre hay un perro al acecho”, al menos en la vida de cualquier apasionado lector (y escritor) de cuentos. Un relato técnicamente muy bien estructurado, angustioso, en el que el lector acompaña al padre atormentado que no quiere ver la tragedia que lo señala culpable. (Espero que no entendáis esta frase, esa es la idea, y os pique la curiosidad de acercaros a este cuento.) Os dejo aquí la crítica que le dedicó Constantino Bértolo, editor de Caballo de Troya, en Revista de Libros. Pero mejor la leéis después del cuento, eh.

No hay excusa para no leer a Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) si nos gusta Carver, Wolf, Lispector, Calcedo, puesto que su escritura está a la altura de los grandes. La antología titulada Aeropuerto de Funchal recoge sólo ocho relatos, ocho flores bellas y envenenadas que han aguantado sin marchitarse el paso del tiempo y la mirada crítica del autor. Sus cuentos recuerdan a la sutileza de Chejov, de Cheever, a las relaciones familiares turbulentas de Alice Munro.

Situaciones que exploran la naturaleza humana, sus luces y sombras, la crueldad pura y gratuita (“El filo de unos ojos”), la necesidad de expiación de un acto sórdido del pasado, que nos persigue en el presente (“Los nocturnos”), el miedo natural de los padres a ver morir a sus hijos, rompiendo así la ley natural (“Siempre hay un perro al acecho”).

Cito sólo mis favoritos, pero hay más. Todos cuentos envolventes, cuya atmósfera nos atrapa y de la que sólo salimos con esfuerzo, horas o incluso días después de haber alcanzado el punto final del cuento. Esta es la maestría de Martínez de Pisón. Que nadie espere volver intacto.


Si queréis ver el vídeo de la segunda parte de este programa (27/10/2010), pinchad aquí.

A. J. Cronin, La ciudadela



Rescatando clásicos de la literatura, topé con esta novela recomendada de forma insistente por personas cercanas. He de confesar que no me apetecía leerla al principio y he de confesar también que me atrapó su trama, su corte elegante, como el de un abrigo británico, recto, sobrio, solvente. De vez en cuando viene bien dejar de experimentar y leer una novela tradicional sobre la condición humana, el bien y el mal, el pecado y la necesidad de redención. Sin artificiosidades, por favor.

En La ciudadela, cumplimos años con Andrew, el médico protagonista, se nos llenan los pulmones del oxígeno espeso y sucio de la mina y, más adelante, nos horrorizamos con los abusos de una parte de la clase médica, con la cosificación del paciente. Al crear este personaje, Archibald Joseph Cronin (1896 – 1981), médico y novelista de origen escocés, escribió sobre él mismo, sobre su juventud como profesional de la medicina en las zonas mineras de Gales, a comienzos del siglo XX, sobre la miseria de los pobres y los ideales arrolladores de la juventud. Pero también escribió sobre los riesgos del ascenso social y económico, a saber, los efluvios perniciosos del dinero ganado como consecuencia del sacrificio de dos o tres principios hipocráticos.

Una recomendación especial para médicos dolientes de una crisis de fe en su día a día. Les despertará lo duro y lo bello de su profesión. Y a los demás, pacientes todos, nos contará una historia bien escrita, conmovedora y atemporal, una historia que merece ser leída.



Si queréis ver el vídeo de la primera parte de este programa (27/10/2010), pinchad aquí.

viernes, 15 de octubre de 2010

La casa de los Malfenti nº 36










De nuevo os invito a daros una vuelta por el número de otoño (número 36 ya) de La casa de los Malfenti, revista literaria y cultural online. En ella encontraréis muchas colaboraciones interesantes y un pequeño relato de esta humilde recomendadora de libros.

Gracias a Belén, Juanma y Roberto, estupendos anfitriones.

Pinchad aquí para entrar en mi habitación de La casa de los Malfenti

Pero no os quedéis en la puerta. Pasad también al resto de las estancias http://www.lacasadelosmalfenti.com

viernes, 8 de octubre de 2010

Stef Penney, La ternura de los lobos



Un pueblo perdido al noreste de Canadá en el siglo XIX a comienzos del invierno. Un trampero que aparece muerto de manera violenta y, al mismo tiempo, un adolescente que desaparece. Sobre el joven recaen todas las sospechas y todas las intrigas, mientras afluyen al pueblo una serie de personajes atraídos por el crimen (investigadores de la compañía comercial de pieles, un periodista cuyos días de gloria pasaron, cazadores, indios, rastreadores…). Pero la madre del muchacho se resiste a creer que su hijo es un asesino y sale en su busca, por entre los lagos helados, para dar con él antes de que lo hagan los investigadores o los lobos.

Dice Stef Penney, escritora escocesa, que se le fue la mano y escribió una novela de 450 páginas cuando se disponía a elaborar un breve guión. Sorprende, por su dominio de la estructura y de la introspección psicológica, que sea esta su primera novela. Ya un éxito de ventas, la película está en camino. Una pena no poder contratar a John Ford. Le pega.

Lo mejor de La ternura de los lobos es que se nutre de muchos géneros y, por eso mismo, satisfará a lectores de paladares diversos: novela policiaca (el asesinato y su resolución), novela exótica y hasta histórica (los pioneros del Canadá del siglo XIX), novela de aventuras, novela de frontera a lo “último mohicano” entre un mundo que acaba (el de los indios nativos) y un mundo que comienza, etc.

Y qué decir de ese personaje más que es el frío, omnipresente en la novela, en las blancas coníferas, los remolinos de ventiscas, el comienzo de la tormenta o la congelación en la punta de los dedos. Os aseguro que se tirita leyendo este libro.

Yo, en pleno agosto, incluso tuve la tentación de enfundarme un jersey de cuello vuelto. Leedlo antes de las primeras heladas.



Si queréis ver el vídeo de la segunda parte de este programa (06/10/2010), pinchad aquí.

Alexandre Dumas (hijo), La dama de las camelias


Inauguración de la temporada 2010-2011 con un clásico de la literatura francesa y, sobre todo, con una gran historia de amor. Para empezar con buen pie tras las vacaciones, que ya llegarán los asesinatos y los personajes despreciables, las tramas inquietantes. Eso os lo garantizo.

Alexandre Dumas (1824-1895) vivió a la sombra de su gran padre (y lo de grande lo digo en todos los sentidos), pero con su novela La dama de las camelias el hijo mató al padre, o al menos logró algo que todos los escritores de verdad desean: desaparecer detrás de su obra. Todos los que hemos leído La dama de las camelias, nos imaginamos a Marguerite Gautier caminando por los Campos Elíseos (o a la “Traviata” Violeta Valéry en la casa de campo junto a su Alfredo, que tanto monta) y hemos olvidado al genio creador. ¡Qué gran premio!

Que nos sintamos conmovidos por los amores trágicos de Marguerite Gautier y Armand Duval, en algo más de doscientas páginas, no deja de ser magistral. No lo logran algunos venerados “tochos” amorosos en quinientas. La novela está plagada de ingredientes que funcionan: la tuberculosis que aqueja a la heroína, la oposición del padre, el sacrificio y los celos, el cariño sincero de los jóvenes con el que el lector empatiza a la primera de cambio.

Cenicienta moral con final infeliz: los enamorados no comen perdices sino que acaban desapareciendo tras la bruma de un cementerio parisino, pudiera ser Montmatre. De vez en cuando no viene mal una dosis de romanticismo, ¿no?


Si queréis ver el vídeo de la primera parte de este programa (06/10/2010), pinchad aquí.

viernes, 18 de junio de 2010

Benito Pérez Galdós, El amigo Manso



No pienso esperar a 2020, al Año Galdós o como quieran llamarle las cabezas pensantes del Ministerio de Cultura, cuando esté de moda y hagan lecturas públicas de Marianela en el Retiro. Me pregunto por qué sonará bien decir que uno lee a Dostoievski o a Flaubert, por qué parece que uno es más puro o más extraño si pasea junto a Emma Bovary en calesa en vez de junto a Fortunata por las calles del Madrid del XIX. A saber. Pacatería mal encauzada.

Hoy pretendo rescatar de las estanterías de la Secundaria la obra de Benito Pérez Galdós, este hombre que no por casualidad salía en los billetes de mil pesetas, al otro lado del Teide, y que nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1843 y murió en Madrid en 1920. Hay guías turísticas que hablan del “Madrid de Galdós”, como del “Madrid de los Austrias”. Con Clarín, representa la novela realista española del siglo XIX y retrata de manera magistral la sociedad y la época en la que vivió. Y sin embargo, no se hace extraño, no resulta una lectura difícil ni trasnochada, tiene trama, intriga, es de calidad, y es un regalo.

Yo he elegido El amigo Manso, pero podéis escoger cualquier otra. (Para los que gusten de novelas históricas, se pueden hartar con las 46 de los Episodios Nacionales.) La vida de Máximo Manso, un hombre culto, de existencia reglada, erudito y solterón, se ve alterada por la llegada de su hermano y la familia de este, así como por la entrada en escena de la joven Irene, que descolocará el corazón ordenado de nuestro protagonista. La novela es toda una reflexión sobre dos facetas ante la vida: la acción y la contemplación, la realidad y las ideas, a la vez que ironiza sobre una sociedad materialista que menosprecia el conocimiento y la educación en favor de las apariencias y el arribismo.

¿Quién dijo que esta novela se publicó en 1882?


Si queréis ver el vídeo de la segunda parte de este programa (16/06/2010), pinchad aquí.

Richard Yates, Cold Spring Harbor


Confieso que esta es uno de esos libros que ya me gustan sólo de oídas, de los que imagino la portada y pienso en un cuadro de Hopper. No puedo evitarlo. Cold Spring Harbor es una novela de trama sencilla, que se lee fácil, breve (poco más de 200 páginas), que nos cuenta la historia de dos familias unidas a partir del matrimonio de sus hijos mayores: dos familias, sus frustraciones y su avance sostenido hacia el fracaso.

Decir que Richard Yates (1926-1992) tuvo una vida desgraciada y desordenada no aporta demasiado. Tal vez no podía ser de otro modo formando parte de este grupo de escritores que retratan la decepción del sueño americano (Salinger, Cheever, Updike). Sus obras se editaron poco en vida. Algunos lo conocerán por la adaptación al cine de su novela Revolutionary Road, con Leonardo Di Caprio y Kate Winslet.

Estamos en el verano de 1942, el primero tras la incorporación de los Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial. En Cold Spring Harbor, la trama no es más ni menos que la convivencia entre los personajes, que parece a punto de hundirse en cualquier momento. Lejos de las batallas en suelo europeo, asistimos a otro frente, a una guerra silenciosa de reproches familiares, recelos encubiertos e infidelidades que suenan peor que disparos.

"Los personajes deben encantar y repeler, al diablo con la compasión de los lectores", decía Yates. Así es, estamos ante una novela cuya virtud principal es precisamente la creación del personaje, mediante pocos pero sutiles detalles, con sus miserias, sus sueños rotos. No quiero sonar masoquista, pero…¡qué satisfacción!


Si queréis ver el vídeo de la primera parte de este programa (16/06/2010), pinchad aquí.

miércoles, 26 de mayo de 2010

A. E. W. Mason, Las cuatro plumas


Atención a esta novela de aventuras con todos los ingredientes para gustar. Una mezcla de novela histórica, bélica, colonial y exótica, victoriana, romántica, de honor y de héroes, una historia del siglo XIX, de británicos de bigotitos y salacots en la cabeza.

Harry Feversham, nuestro protagonista, es un joven inglés perteneciente a una saga de grandes militares. Al día siguiente de ser licenciado como oficial y destinado a combatir en Sudán, decide renunciar a su puesto. Algo así como darse cuenta al terminar Ingeniería que lo que queríamos estudiar era Historia. Pero estamos en 1884 y el pobre Harry es tratado de cobarde. Por eso recibe una caja con cuatro plumas, de parte de sus tres compañeros y su prometida, que para colmo de males rompe el compromiso. Harry no podrá soportar esta afrenta y tendrá que redimir su falta (y reconquistar a su prometida) mediante acciones heroicas. Intentemos no preguntarnos qué pasaría hoy en día en una situación similar.

El escritor Alfred E. W. Mason vivió a caballo entre el siglo XIX y el XX. Compaginó la literatura con una carrera militar exitosa, llegando a ser capitán del ejército británico durante la Primera Guerra Mundial y desarrollando labores de contraespionaje. Casi nada. Publicó Las cuatro plumas en 1902 y, sin embargo, no resulta arcaica ni difícil de leer. Tal vez no nos encontremos con unos personajes de gran hondura psicológica, pero es porque lo que de verdad importa en esta novela son los valores de lealtad, honor, amistad o superación de uno mismo.

Recomendamos la edición de Edhasa, aparecida en 2004, con letra grande y alguna ilustración muy cuidada. Se agradece.

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Carmen Laforet, Nada


Junto con Últimas tardes con Teresa, Nada es una de esas novelas que marcan un antes y un después en las lecturas juveniles, aquellas que leemos en el instituto, más por obligación que por otros motivos, y que nos abren la puerta a las novelas “de mayores”.

Carmen Laforet también era joven cuando la publicó: veintitrés añitos que dan miedo. Luego escribió más cosas, pero tal vez nada comparable a esta primera historia, la historia de Andrea y su primer año de universidad, que le valió el premio Nadal en 1944. Eran otros tiempos, en los que los grandes premios podían ser conquistados a veces por pequeños desconocidos.

Nada tiene mucho de Carmen Laforet y quizás esto la aparte por fortuna de las corrientes de realismo existencial de la época (Cela, Delibes). La novela se sitúa en las calles de la Barcelona de posguerra, pero ésta es una historia distinta, intimista, individual, en la que la perspectiva de Andrea lo tiñe todo. La seguimos a sus clases de la universidad, en el ambiente opresivo y oscuro de la casa familiar en la calle Aribau, junto a su amiga Ena en los barrios altos de la burguesía catalana. Y más allá.

El lector no será ajeno a las atmósferas, brillantes unas, asfixiantes otras, gracias al estilo fotográfico, sencillo, claro, con el que se nos transmite la historia. Una novela sobre la maduración y el descubrimiento de la vida, a veces tan en conflicto con las ilusiones de la juventud.

Si queréis ver el vídeo de la primera parte de este programa (12/05/2010), pinchad aquí.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Juan Gracia Armendáriz, La línea Plimsoll


¿Qué ocurre si alguien vive por debajo de su línea de flotación emocional? ¿Cómo se sale a la superficie cuando el barco de la vida está a punto de naufragar? El protagonista de esta novela pugna por superar los embates cotidianos que le ponen a prueba, ni más ni menos que los que nos pueden poner a prueba a todos nosotros a lo largo de los años. Esta es la historia de un hombre que ve cómo su vida familiar y personal, cómoda, placentera, se ve torpedeada por la muerte, la enfermedad o el desgaste del amor. Y es un libro que nos habla también de lo que ignoramos de las personas con las que vivimos (padres, hijos, pareja), pero también de lo que está agazapado en nosotros y sin embargo desconocemos.

Esta es una de esas novelas que me gustan, de ésas en las que al lector le aparece en una especie de oquedad en el centro del pecho que sólo se cauteriza con los días. En el proceso de lectura se nos antoja existencial, triste, dura, nostálgica, pero más allá surge la esperanza, la capacidad humana de salir a flote y el hecho de que esa posibilidad está dentro de todos nosotros.

Juan Gracia Armendáriz nació en Pamplona en 1965. Es profesor en la Universidad Complutense de Madrid, ciudad en la que vive. Ha escrito cuentos, novelas, poesía. Escribe tan bien que impide que los lectores voraces y apresurados nos comamos su novela en un tiempo insultante. Hay que frenarse y degustar su estilo cadencioso, detallista. Se lee con deleite, pero exige un lector atento, participativo, que sea capaz de rellenar los huecos que la sutileza de su escritura no desvela. Un autor navarro de gran calidad que os invito desde aquí a descubrir. Como La línea Plimsoll, su escritura no os dejará indiferentes.

lunes, 19 de abril de 2010

La casa de los Malfenti











Invitación para visitar una casa muy especial. Pasillos en los que perderse, estancias de ventanas abiertas, gabinetes privados donde se lee en sillones orejeros, pero también salones atestados de escritores bulliciosos.

Hoy os traigo una recomendación diferente. En forma de revista.

Ve la luz el número de primavera de la revista literaria y cultural "La casa de los Malfenti", una publicación online, de gran calidad, variada, para disfrutar poco a poco, que no defrauda.
En ella encontraréis artículos de crítica literaria y cultural, relatos, entrevistas y mucho más.
Ah, y un artículo que lleva mi firma, sobre el personaje de El extranjero de Camus, del que hablé por aquí hace unos días.

¡Felices lecturas de lecturas!

Pincha aquí para entrar en mi habitación de La casa de los Malfenti
http://www.lacasadelosmalfenti.com

martes, 6 de abril de 2010

Fred Vargas, El hombre de los círculos azules


Imagínese el lector de este blog que un buen día comienzan a aparecer en las apacibles calles de Pamplona (o de cualquier otra ciudad) objetos en apariencia carentes de importancia, rodeados de un círculo de tiza azul. Puede tratarse de un trombón, un diccionario, una pinza de depilar, un yogur o la pata de una paloma. Al lado del círculo, una frase misteriosa: “Víctor, mala suerte, ¿qué haces fuera?”. Con seguridad nos divertiría esta excentricidad, pero para Jean-Baptiste Adamsberg, comisario del distrito 5 de París, hay algo cruel en los hallazgos, un peligro inminente, el preludio a una tragedia. Tarde o temprano los objetos de los círculos azules darán lugar a un cadáver.

Una trama original donde las haya, de la autora de novelas policíacas más de moda en Francia en la actualidad. Hay que leer a Fred Vargas, sus planteamientos originales, sus personajes elaborados, su diseminación de pistas falsas no da tregua. Escojan El hombre de los círculos azules o Huye rápido, vete lejos, para empezar. Y luego sigan por donde más les guste. Hasta que lleguen al punto final no se cansarán de pasar páginas a toda velocidad.

Fred Vargas nació en París en 1957. Experta en Historia y Arqueología, trabajó como científica en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas hasta que en 1986 empezó a escribir novelas policíacas. Y desde entonces no ha parado, con gran éxito de crítica y público.

Acaba de salir su última novela, Un lugar incierto, en Siruela. Hablaremos de ella en próximas ocasiones.

Si queréis ver el vídeo de la tercera parte de este programa (31/03/2010), pinchad aquí.

Patricia Highsmith, Extraños en un tren


Pongamos que existe el crimen perfecto. Pongamos que dos desconocidos se encuentran en un tren, comienzan una conversación anodina y confiesan que cada cual por su lado desearía deshacerse de una persona de su entorno. Saben que la proximidad les delataría demasiado pronto. Guy es un hombre elegante, con clase, de vida ordenada. Bruno es un joven, impulsivo, de aspecto descuidado. Bruno quiere ver muerto a su padre y Guy no sabe qué hacer para librarse de su esposa, que no le quiere dar el divorcio. De la cabeza atormentada de Bruno surge el plan: él matará a la mujer de Guy a cambio de que Guy elimine a su propio padre. Como son dos desconocidos, nadie dará con ellos, la policía no encontrará el móvil ni el rastro que los inculpe.

La autora publicó esta novela en 1950, cuando contaba con unos sorprendentes 29 años. Un año después, Alfred Hitchcock la adapta al cine, siendo Raymond Chandler el guionista. La versión cinematográfica no guarda con el libro más que el planteamiento, pero hay que verla porque es una gran película, a pesar de que los buenos se mantienen buenos y los malos son castigados. Estamos en el cine de los cincuenta, un poco de consideración.

Patricia Highsmith tuvo una vida excéntrica y solitaria. De su Texas natal se trasladó a Europa en los años 60 y murió en Suiza en 1995. Sus tramas eran demasiado osadas para la época, los ambientes demasiado claustrofóbicos y el bien no siempre triunfaba sobre el mal. Tampoco hay policías heroicos, otro trazo que la separa de la novela policíaca arquetípica. Leyendo su obra, el lector experimentará un placer teñido de escalofrío. Las fronteras morales por las que se rigen sus personajes no están claras, pero ella los pone en primer plano, somos capaces casi de palpar las psicopatías que los atormentan. Pensemos en el protagonista de El talento de Mr Ripley, un estafador que suplanta la personalidad de aquellos a quienes asesina. Casi nada.

Ah, y también engancha. Una gran lectura.

Si queréis ver el vídeo de la segunda parte de este programa (31/03/2010), pinchad aquí.

La novela policíaca, una introducción


La novela policíaca es como esos conjuntos matemáticos que nos enseñaban en el colegio, con subconjuntos redonditos que llevan la etiqueta de novela negra, novela de enigmas, novela de espionaje, cómic negro, novela gráfica negra, thriller, etc…

Si lo reducimos a su DNI, la novela policíaca sería el género narrativo cuya trama se basa en la resolución de un misterio (con “fiambre” o “fiambres” de por medio) y un protagonista que suele ser un policía o un detective, un sabueso que sigue las pistas hasta desenmascarar al culpable, muchas veces recurrente en otros libros del mismo autor.

Dicen que la primera historia de este género es Los crímenes de la calle Morgue, de Edgar Allan Poe, esa obra tan curiosa en la que al final el malo es un mono y cuya conclusión siempre me ha resultado algo decepcionante, no sé, tengo que confesarlo. Luego vino Sherlock Holmes, el de verdad, el atormentado y adicto al opio, el que asiste a un concierto de Pablo Sarasate en la historia titulada La liga de los pelirrojos, que me disculpen el salto terruñero. Y qué decir de Agatha Christie, con ese belga tan gabacho de Hércules Poirot y Miss Marple, a la que yo siempre me imagino regando unas hortensias azuladas y perfectas.

Esto es lo que se llama la escuela británica. Estas novelas recrean ambientes de la alta sociedad, los crímenes son refinados (el veneno en la tacita de té) y no dan miedo, ni asco, ni sentimos pena por las víctimas. Las matan para que sigamos las pistas, para que juguemos al sudoku de la lógica.

El género evolucionará a formas narrativas más complejas y surgirá en Estados Unidos el subgénero de la novela negra. Pensemos en Raymond Chandler y Dashiell Hammett. El telón de fondo de los crímenes será sórdido, de los bajos fondos, y el héroe cínico, desencantado, tendrá que hacer frente en soledad al criminal, pero también al poder corrupto. Es Philip Marlowe, o su alterego Humphrey Bogart, en El halcón maltés, en El sueño eterno.

A día de hoy, el género se ha convertido en un gran espacio abierto donde cabe casi de todo. Es difícil encontrar libros puros, en los que sólo haya novela de enigmas o novela de detectives o novela negra, y muchos de las obras que no se encuadran en esta categoría se sirven de ingredientes del género. Lo cierto es que si hubo una época entre los años 60 y los 80 en los que la novela policíaca en toda su extensión experimentó una cierta crisis, en nuestros días vuelve con fuerza. Pásense por una librería y encontrarán sin duda una sección dedicada a este género.

Porque en la ficción, un buen crimen de vez en cuando sienta muy bien.

Elemental, mis queridos amigos.

Si queréis ver el vídeo de la primera parte de este programa (31/03/2010), pinchad aquí.

Juan Marsé, Últimas tardes con Teresa


Si tuviera que elegir una novela de Marsé, me quedaría con ésta. Las razones son por completo sentimentales y poco fundadas: la leí por primera vez cuando tenía quince o dieciséis años, a caballo entre los libros juveniles y las novelas para adultos y guardo un recuerdo cálido de ella. Más tarde la he vuelto a leer y me ha gustado, de maneras diferentes con la edad, pero siempre he conservado de su lectura ese ambiente mediterráneo, el sol de Barcelona, de las tardes en la playa que pasan Teresa y el Pijoaparte.

A Juan Marsé le concedieron el Premio Cervantes en 2009, el mayor galardón de las letras castellanas, pero lo conocemos porque ha escrito muchas novelas, como Ronda de Guinardó, El amante bilingüe o Rabos de lagartija. Tengo que confesar que algunas las confundo entre sí, pero Últimas tardes con Teresa es la única que flota con claridad en mi mente.

Publicada en 1966, la historia nos cuenta la relación entre dos personajes de distinta condición. Teresa es una muchacha burguesa, idealista, una niña bien, rebelde e ingenua. Manolo, el Pijoaparte, es un joven atractivo, barriobajero, que se dedica a la pequeña delincuencia y aspira al ascenso social. El lector es testigo de los contrastes sociales y de las distintas ansias vitales, carencias, hipocresías, caprichos de unos y otros, en la Barcelona de los años cincuenta, que se alza como un personaje más.

Recomendamos esta historia de romanticismo urbano, como se ha definido en alguna parte, de fácil lectura, bien escrita, para descubrir a Marsé. Una y otra vez.

Si queréis ver el vídeo de la segunda parte de este programa (03/03/2010), pinchad aquí.

Paul Auster, Invisible


Con los libros de Paul Auster me sucede una cosa curiosa: me gustan mientras los estoy leyendo, pero en cuanto termino se esfuman de mi mente y guardo un poso muy ligero de ellos. Hay que reconocer que tiene una fórmula mágica que le funciona, unas constantes vitales en las novelas recientes (la Trilogía de Nueva York es, en mi opinión, otra cosa) que maneja con habilidad, pero sin ocultar los hilos que las unen. No existe sospecha ni pudor en el hecho de que los personajes se parezcan de unas historias a otras.

Paul Auster es un best seller en nuestro país desde que lo vimos paseando por Oviedo, como si estuviese entre la 57 y Broadway. En 2006 le concedieron el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Tiene 62 años y una mirada turbia. No nos resulta difícil imaginarnos cómo vivía y cómo leía en ese petrolero que cruzaba el Golfo de México, en el que se enroló con 23 años.

Invisible comienza con una escena intrascendente, al menos en apariencia. Adam Walker, universitario de Nueva York, conoce en una fiesta a un excéntrico profesor, Rudolf Born. Entre ellos surge una extraña amistad y el profesor se ofrece a financiar una revista literaria que el joven gestionará. ¿Acaso un caramelo envenenado?

Me perdonarán que no pueda contar nada más de la trama, pero garantizo que se pone interesante y no hay quien deje el libro quieto hasta el final. Los temas recurrentes en Paul Auster están aquí también: el escritor, el proceso de escritura, los libros, los límites borrosos y borrados entre ficción y realidad, las sinestesias entre géneros artísticos, etc. De manera notable, el autor juega con los géneros (a veces estamos leyendo una novela de intriga, ¿o será un diario?, ¿quizás una autobiogafía?), las personas y los puntos de vista narrativos también se dan el relevo y los personajes se desmienten entre ellos.

Al final, nos acabamos preguntando si hay algo de cierto en eso que hemos leído. Lo lamento por quienes no aguanten el peso de esta duda. Para mí, es todo un placer.

Si queréis ver el vídeo de la primera parte de este programa (03/03/2010), pinchad aquí.

Miguel Hernández, Antología


Este año 2010 se conmemora el nacimiento del poeta alicantino Miguel Hernández. Como buena parte de las cosas que estudiamos en el colegio, recordamos su vida y su obra poco y mal y sentimos una especie de recelo atávico a volver sobre aquellos pasos. Cavafis o Éluard son dignos de ser descubiertos, dignos de que nos maravillen, pero me pregunto qué nos habría pasado de haberlos tenido en el temario del instituto.

Este centenario es una gran excusa para leer con ojos renovados a Miguel Hernández, nexo indiscutible, a pesar de su vida truncada, entre la Generación del 27 y los poetas de posguerra.

Han querido los críticos, con su afán kantiano, clasificar la poesía del de Orihuela en tres etapas: una ultraísta y gongorina, la segunda íntima y garcilasiana y la tercera, social. Yo me quedo con El rayo que no cesa (1936), esos veintisiete sonetos de corte clásico, sobre la frustración del amor. Muchos nos sonarán en su lectura. Son sencillos, visuales, sensoriales y profundamente significativos, como el que comienza así: “Me tiraste un limón, y tan amargo”.

Bajo una aparente sencillez, sus poemas rezuman sinceridad, a través de un lenguaje muy visual, audaz en metáforas, que resulta cercano al tomar elementos del romancero.

Dicen que al final de su vida, la poesía de Miguel Hernández se decantó hacia lo social, transitó del yo al nosotros. Las angustias del poeta se identifican con las de todos los hombres, la poesía nace del pueblo y es el poeta quien convierte la voz del pueblo en materia poética, para más tarde devolvérsela al pueblo. De ahí los versos siguientes: “Vientos del pueblo me llevan,/ vientos del pueblo me arrastran,/ me esparcen el corazón,/ me aventan la garganta.”

Si queréis ver el vídeo de este programa (17/02/2010), pinchad aquí.

Alice Munro, El amor de una mujer generosa


Me gusta Alice Murno. Me gusta tanto que puedo estar leyendo sus cuentos, uno tras otro, hasta ponerme enferma de sus historias, hasta que me parecen todos el mismo relato y entonces tengo que dejarla por un tiempo y pasar a otra cosa. Es como un pequeño empacho placentero. Luego, durante unos días, cuando me pongo a escribir, sólo se me ocurren historias de familias canadienses, pasando las vacaciones en Wasaga Beach o viviendo en un piso de alquiler en la parte oeste de Vancouver. No lo puedo evitar. Efectos secundarios.

El amor de una mujer generosa es su último volumen de cuentos aparecido en español, publicado por RBA en 2009. Ocho cuentos, ocho relatos extraños, con extensión de novela corta y apariencia de auténticas novelas por la complejidad de sus tramas y la profundidad de sus personajes. Sus protagonistas son siempre mujeres, pero no hay en ellas nada de ese tufo doctrinal a costa de la condición femenina.

El relato que da título a este volumen gira en torno a una muerte misteriosa que se va desvelando poco a poco, a partir de la vida de los muchachos que descubren el cadáver y de una mujer por completo ajena a la historia. El conflicto, lo oculto, sale a flote, pero nunca se cierra por completo. Contraindicado para los enemigos de los finales abiertos.

Cierro la recomendación de hoy con una frase de Alice Munro, que es para mi escritura una máxima: “Una idea sólo me interesa si tiene alguna complejidad moral, si tiene varias aristas.”

Si queréis ver el vídeo de este programa (17/02/2010), pinchad aquí.

Atiq Rahimi, La piedra de la paciencia


Hay una creencia persa que habla de una piedra mágica a la que podemos contarle nuestras penas, desgracias, sufrimientos y miserias, a la que podemos confiar aquello que callamos, aquello que no podemos contar a nadie más. La piedra nos escucha y absorberá nuestras palabras, todos esos secretos, hasta el día en que por fin explote. Ese día quedaremos liberados.

Con un lenguaje poético, de frases cortas, Atiq Rahimi nos cuenta la historia de una mujer que cuida a un hombre tendido en un colchón, en estado vegetativo, en la cocina de una casa. La mujer le reza, le atiende, le habla, se confiesa, le reprocha, como si se tratase de esa piedra con poderes extraordinarios.

En la escritura de esta novela hay un ritmo marcado, punzante, el de la presencia en sordina de la guerra y la impotencia de los que amanecen un día entre dos fuegos. Una atmósfera asfixiante pulsada por las gotas del gotero, la respiración agónica del cuerpo, una ráfaga de balas que se escuchan a lo lejos, para dar voz a esas voces femeninas, sepultadas desde hace miles de años.

Una novela muy breve, escasas 120 páginas, para pintar con trazos incompletos algo de lo que se ha hablado muchas veces en la literatura: la sinrazón de las guerras, el fanatismo, la violencia y la opresión de las mujeres.

Esta obra consiguió el Premio Goncourt en 2008, el máximo galardón de las letras francesas.

Si queréis ver el vídeo de este programa (03/02/2010), pinchad aquí.

Manuel Mújica Láinez, El escarabajo


Manuel Mújica Láinez lo tuvo difícil. Perteneció a la generación por excelencia de escritores argentinos, la de los Borges, Cortázares, Sábatos y Arlts, y para colmo, se decidió a seguir un camino propio, el camino fluido y culto, de sabor arcaico y preciosista, de sus novelas históricas.

Tardó cuatro años en escribir esta obra de unas 600 páginas, en la que el protagonista y narrador de la historia es una joya con forma de escarabajo, un anillo egipcio de lapislázuli. El escarabajo nos contará su historia y la de sus poseedores, esas historias con minúscula que son el reflejo punteado de la Gran Historia con mayúsculas. El viaje comenzará en el Antiguo Egipto y recorreremos tres mil años de Historia, desde la Atenas de Aristófanes al asesinato de Julio César, estaremos en Roncesvalles con Roldán y en la mítica isla de Avalon, con Miguel Ángel en Florencia y cerca de Proust en el París de la Bohemia, hasta dormir largo tiempo en el fondo del Egeo y caer en manos de una millonaria estadounidense.

Estamos ante una gran obra, de grandes personajes (¿quién, si no, podría poseer una joya de ese valor?) en momentos de la Historia decisivos, con un enorme trabajo de documentación en bastidores. Pero no sólo de conocimientos se sustentan las obras que pretenden ser literarias. No nos engañemos: estamos ante un gran novelista, ante un entramado narrativo sólido. No en vano se cumple en Mújica Láinez la máxima de Aristóteles: “Enseñar deleitando”.

Existe una cierta densidad en su lectura, no lo voy a ocultar. Las descripciones son minuciosas, como corresponde al carácter del autor, y rehuye la palabra demasiado común, en favor de la palabra exacta. Pero, si a alguien le sirve, yo lo leí durante unas vacaciones, bajo el calor de una playa gaditana.

Y era julio.

Si queréis ver el vídeo de este programa (03/02/2010), pinchad aquí.

Hiromi Kawakami, El cielo es azul, la tierra blanca


Resulta necesario, más a menudo de lo que lo hacemos, girar nuestra cabeza occidental hacia el este. Soy la primera que peco de americanitis cuando se trata de libros de cuentos, o de francesidad exacerbada por deformación profesional. Por eso, leer una novela como El cielo es azul, la tierra blanca, resulta refrescante, no sé si tanto como un helado de té verde bajo los cerezos en flor, pero se tiene que parecer bastante.

Hiromi Kawakami es una escritora nacida en Tokio en 1958. Aquí sabemos poco de ella, lo que se limitan a señalar en la aleta de la editorial Acantilado, que ha publicado su novela en 2009. Fue profesora de Biología hasta que apareció su primera novela y es una de las escritoras japonesas más leídas en su país.

La historia gira en torno a dos personajes. Tsukiko es una mujer que roza los cuarenta, solitaria, sin suerte para las relaciones y el amor, según ella misma. “El Maestro”, llamado así por Tsukiko, es su antiguo profesor de japonés del instituto, un hombre mayor, sabio, solitario, que ha sido abandonado por su mujer. Ambos se encuentran de manera fortuita en una taberna, escogen la misma comida, beben sake frío o caliente según la estación del año y conversan, comparten momentos, se acercan, se alejan.

Todo el libro está envuelto en ese ambiente de haiku que ya nos anuncia el título. Una prosa sencilla, nada rebuscada, fácil de leer y al mismo tiempo, de una hondura poética, de una sutileza difíciles de encontrar. La novela está sembrada de elementos sensoriales (sonidos, colores, olores...), con especial detalle a lo que comen y beben los personajes, pero también a los delicados cambios naturales y las estaciones (lluvia, árboles, animales, setas, flores).

Una buena historia, en resumen, centrada, equilibrada, de relaciones verosímiles. En Japón, eso sí, otra cultura que, a pesar del sashimi de atún, el futón y el kimono, no nos resulta ni extraña ni alejada, puesto que permite la identificación, la empatía.

Esta novela me ha recordado a la película japonesa Despedidas. Tal vez alguien la haya visto y coincida conmigo en ese algo pequeño y delicado que ambas historias comparten. Un algo triste y bello que no decepciona. ¿Por qué será?

Si queréis ver el vídeo de la segunda parte de este programa (13/01/2010), pinchad aquí.

Albert Camus, El extranjero


Todos tenemos nuestro mapa, nuestro cuaderno de bitácora, en el que las lecturas se anclan a un espacio y a un tiempo concretos, que las definen, las fijan, las interpretan. Leí por primera vez El extranjero en primero de carrera y creo que me enteré de bastante poco, pero todas han sido después un eco de esa primera.

En 2010 se cumple medio siglo de la muerte de Albert Camus en accidente de tráfico. Tenía 47 años, estaba enfermo de tuberculosis, había ganado hacía tres el Nobel de Literatura, era ya una figura de referencia entre las corrientes nihilistas, al mismo tiempo que luchaba a favor de la fraternidad humana (¿quién no se acuerda del médico protagonista de La peste?). Había escrito de todo: novelas, ensayos, piezas de teatro.

El extranjero es Meursault, su protagonista, una persona apática, indiferente a la realidad por lo que ésta tiene de absurda e inabordable. En la primera parte de la novela, asistimos a la muerte y entierro de su madre. Conversa con Marie, su novia, y comete un absurdo crimen carente de motivación: mata a un árabe en una playa. En la segunda parte, seremos testigos del juicio y los interrogatorios. A pesar de sentirse inocente, y de que el lector lo sienta como tal, jamás se manifestará en contra de su ajusticiamiento. Todo es imparcialidad adolescente en Meursault, todo es “no sé” o “me da igual”. Un leve encogimiento de hombros.

Se ha dicho de esta obra que es una premonición del hombre posmoderno, del personaje perdido y sin valores, insensible, como los de Carver, Capote o Hemingway, pero si nos gusta es porque nos plantea preguntas sobre la identidad y las motivaciones del ser humano, porque plantea reflexiones al lector, que éste no puede obviar. Y al mismo tiempo, resulta muy fácil de leer, con su estilo de frases cortas, el tono frío, neutro, sin implicación del autor, sin descripciones recargadas. Yo me quedo con la empatía compleja que plantea: al leerlo, no podemos identificarnos con Meursault (¿por qué no siente pena por su madre, por qué no quiere a Marie, por qué mata al árabe, por qué no se rebela en el juicio?), pero al mismo tiempo no podemos dejar de sentir curiosidad por descubrir los orígenes de su comportamiento.

Si queréis ver el vídeo de la primera parte de este programa (13/01/2010), pinchad aquí.

Michael Ende, Momo


Momo es una niña corriente y especial, como todos los niños, a la que le gusta inventarse juegos con sus amigos y escuchar a los adultos. Esta atmósfera placentera se rompe con la llegada a la ciudad de unos extraños individuos, los Hombres Grises, que infunden en los adultos la idea de ahorrar tiempo, suprimiendo todas esas actividades “superfluas”, como conversar con los amigos, cuidar a la familia, jugar con los niños, leer o escuchar música. Poco a poco, la vida en la ciudad se vuelve monótona y triste. Cuánto más tiempo ahorran los adultos, más infelices se vuelven. Sólo Momo, nuestra heroína, será capaz de dar la vuelta a los planes de los Hombres Grises, con la ayuda del Maestro Hora y la tortuga Casiopea.

Con lo que hemos contado de la trama, no nos extrañará que Michael Ende provenga de una familia de artistas. Hijo de un pintor surrealista, adquirió fama universal con Momo (1973) y La historia interminable (1979), dos libros de fantasía que fueron llevados al cine.

Momo es el segundo de los libros que recomendamos para los lectores más jóvenes, en este caso para niños a partir de 12 años. Es un libro que se lee muy fácil, es ameno y entretenido, sobre todo a partir de la entrada en escena de los Hombres Grises. Pero no nos engañemos, se trata de un libro para que los adultos especialmente lo lean. Lo que hay detrás de este cuento es una crítica al consumismo, al trabajar para gastar, a este mundo en el que sólo lo contable, sólo lo que cuesta dinero, importa. La moraleja dice que, en realidad, lo que nos hace felices es siempre gratis: el amor, la amistad, la imaginación, el jugar con los niños, la música, el arte, la vertiente espiritual del ser humano.
Disfrutemos, por tanto, del tiempo y de la vida sin prisas. A leer.

Esta recomendación está dedicada a Ana, una niña corriente y especial, como todas las niñas...

Si queréis ver el vídeo de la segunda parte de este programa (02/12/2009), pinchad aquí.

Sempé y Goscinny, El pequeño Nicolás


Como se acercaba la Navidad, me pidieron que llevase al programa dos lecturas para los más jóvenes. Me acordé de El pequeño Nicolás, recomendado para niños a partir de 10 años.

Sempé dibujaba y Goscinny inventaba las historias. Era el momento de Astérix y Luky Luke. Goscinny empezó también como dibujante, pero luego se decantó por los guiones. Fue un escritor fecundo e incansable, tenía un aspecto sonriente, de buena persona. Murió demasiado pronto, recién estrenada la cincuentena. Sempé sigue, hoy en día, dibujando en su buhardilla de París. El pequeño Nicolás se ha hecho mayor.

Las historias de Nicolás se publicaban de manera periódica en revistas, hasta que surgió esta recopilación a la que luego seguirían otras con los mismos personajes (Los recreos del pequeño Nicolás, Las vacaciones del pequeño Nicolás, Los amiguetes del pequeño Nicolás). Se trata de pequeñas anécdotas, cuentos cortos, episodios de la vida de este chico y sus compañeros de clase, como el día de la entrega de notas o cuando juegan al fútbol y hacen equipos. Tal vez todavía nos acordemos de alguno de sus nombres: Agnan, Alcestes, Clotario, Eudes, Godofredo...

Nos gusta por su sencillez, porque nos recuerda a un tiempo en que los niños no necesitaban más que un balón para jugar y en el que el peor de los castigos era quedarse sin postre. Y ese tiempo es anterior a la invasión de lo políticamente correcto: los niños juegan a indios y vaqueros y los indios son, por descontado, los malos. Incluso en un capítulo, no se lo van a creer, ¡Nicolás y un amigo se fuman un puro robado a un padre! Sí, sí, a ver quién es el listo que pone ahora un cigarrillo en la boca de Hannah Montana.

Parece mentira que este libro sea de 1960. Cuántas cosas han cambiado y cuántas otras permanecen intactas. Feliz lectura, para grandes y pequeños.

martes, 30 de marzo de 2010

Lorrie Moore, Al pie de la escalera


Os aseguro que no conocía a Lorrie Moore hasta hace poco. Hasta que cayó entre mis manos Pájaros de América (1998), una colección de cuentos magnífica. Creo que no había sido tan feliz desde que descubrí a Tobias Wolff.

De estos cuentos salté a la novedad que hoy recomiendo, la novela Al pie de la escalera. Publicada por Seix Barral en 2009, esta historia íntima de personajes que se contradicen, que no saben bien hacia dónde se dirigen, ha colmado mis expectativas.

El lector asiste al primer año de universidad de Tassie, una chica de campo que llega a la ciudad para estudiar. Busca trabajo y es contratada como niñera por una pareja que va a adoptar un bebé. La protagonista se va involucrando cada vez más con esta familia y con la niña afroamericana que adoptan. Y hasta aquí puedo leer.
Con una visión incisiva de la sociedad y la cotidianidad familiar, la autora sortea varios temas complejos, como la adopción, la maternidad, los prejuicios en torno al racismo y, lo que más nos gusta, la desolación de ciertas pasiones, sobre todo las juveniles.

Tal vez la forma del cuento es la que más se adapta a su escritura, pero en esta novela encontraremos todas las sustancias indicadas para volvernos moore-adictos: diálogos más que verosímiles, imágenes y metáforas ocurrentes, una capacidad descriptiva poco común y ese humor envenenado, como escape al dolor, del que la propia autora habla en los términos siguientes.
“El humor es un consuelo para las personas. Entonces la historia sigue siendo triste pero el humor la completa, la hace verdadera, la convierte en parte de la vida.”

Por cierto que Tassie tiene algo del Holden Caulfield de El guardián entre el centeno, del que algún día hablaremos.

lunes, 29 de marzo de 2010

Marguerite Yourcenar, Memorias de Adriano


Si alguna vez tuviese que ser un emperador romano, yo quiero ser Adriano, pero no el Adriano histórico, sino el Adriano novelado de Marguerite Yourcenar, ese personaje contrapuesto entre su faceta de emperador, de hombre de Estado, y su lado más individual, íntimo, con sus ambigüedades, sus reacciones violentas ante la disolución, que él intuye próxima, del mundo en que vive.

A mí me gusta ponerles cara a mis personajes y a los autores que leo. Marguerite Yourcenar nació en Bruselas en 1903. Recibió una educación esmeradísima y estrictamente privada. Su padre le enseñó latín a los diez años y griego clásico a los doce. También le inculcó el amor por los viajes, la pequeña Marguerite le acompañaba en todos ellos. Con este debut, sólo podía ser especialista en cultura clásica y esa calidad, ese rigor, emerge en su obra.

Memorias de Adriano se publicó en 1951 y podemos leer la espléndida traducción al español de Cortázar. La obra reconstruye en primera persona la vida del más ilustre de los emperadores, profundamente helenizado y conocedor de la tradición oriental, libre y solitario, sensible y culto.

Se habla de muchos temas en este libro, como la angustia de la muerte y la voluntad de vivir con consciencia, el perfeccionamiento interior constante en tanto que deber vital, y se hace a través de una prosa con aliento poético, insólita en su refinamiento y su hondura. Sin embargo, esto no debe echar para atrás a los lectores principiantes o esporádicos: la novela compagina la excelencia estética con el haber sido traducida a muchísimos idiomas, en las más variadas ediciones. O sea, que gusta, que engancha.

Hay citas del libro como para llenar un cuaderno, pero una resume como nada el espíritu del emperador agonizante y la filosofía de vida serena y estoica de la que deberíamos tomar buena nota: “Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos”.

A través de esta vida, de la antigüedad clásica y sus códigos, ¿acaso no podremos hallar las claves de las tragedias contemporáneas?

viernes, 12 de marzo de 2010

Antoine de Saint-Exupéry, El Principito



Saint-Exupéry salía en los billetes azules de 50 francos, sin gorro de cuero ni gafas de aviador, aunque yo siempre lo he recordado de esa guisa. Era la época en la que la aviación era una actividad incipiente y arriesgada. En la Segunda Guerra Mundial, su avión fue abatido por un piloto alemán en la costa cercana a Marsella y desapareció en el mar. El piloto alemán leía las obras de Saint-Exupéry, todos los aviadores lo admiraban, aunque en la batalla les hubiese tocado luchar en bandos enemigos. No supo a quién estaba disparando.

Hay otros libros de él que nos gustan, que se inspiran en su propia experiencia como piloto pionero de los vuelos postales internacionales. Recordemos Correo del Sur, Vuelo nocturno o Tierra de Hombres.
El Principito apareció publicado por primera vez en 1943. Parte de un suceso real: Saint-Exupéry sobrevivió a un aterrizaje forzoso en el desierto del Sahara con su avioneta, pero sufrió deshidratación y alucinaciones hasta que, tras cuatro días de soledad e inanición, un beduino lo rescató.

En sus escasas 120 páginas, salpicadas de las estilizadas ilustraciones del propio autor, el narrador de la historia, un aviador extraviado en el desierto, conoce al Principito, un niño que proviene de un asteroide y que le cuenta su historia. Ha viajado por seis planetas, cada uno de ellos habitado por un personaje diferente y simbólico: un rey, un vanidoso, un borracho, un hombre de negocios, un farolero y un geógrafo.

Todos ellos demostrarán, a su manera, lo vacías que se vuelven las personas cuando se transforman en adultas, cómo vamos perdiendo la noción de lo que es de verdad importante en la vida, al mismo tiempo que nos llenamos de vicios como la soberbia, la inconstancia, la vanidad o la artificialidad.

Os recomendamos esta obra porque es un clásico de la literatura, de esos que no dejan indiferente. Es un libro metáfora, una cebolla a la que se le pueden ir quitando capas y llegar hasta el meollo más filosófico de la existencia humana. O, simplemente, quedarnos en la superficie de una historia fantástica y bella, como la delicada rosa que ama el Principito.

Puede parecer un libro para niños, por la forma en que está escrito, por las ilustraciones, pero en realidad trata temas profundos como el sentido de la vida, la amistad o el amor. Leámoslo con nuestros niños: a ellos les encantará y a nosotros, adultos atrapados en nuestro mundo de obligaciones, cifras, trabajos y rutina, nos volverá a conectar con lo esencial, con esos corazones de niño que durante tanto tiempo nos hemos esforzado en acallar.

Os dejo con una cita del libro, de esas que son como para apuntar en la agenda y llevarla siempre con nosotros: “He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos."

Y para fans, esta web muy recomendable, en inglés y francés, porque la literatura no acaba cuando llegamos al punto final: www.lepetitprince.com

jueves, 11 de marzo de 2010

Aquí empieza nuestra historia, de Tobias Wolff




Aquí empieza nuestra historia es el último libro del estadounidense Tobias Wolff, editado por Alfaguara en abril de 2009. Me pregunto si alguna vez llegaré a hartarme de los narradores americanos, de sus historias cotidianas y descarnadas, de su maestría en la construcción del relato, pero, mientras tanto, seguiremos recomendando a estos autores. La ilustración de la portada es un buen aperitivo de lo que encontraremos dentro: un buzón típicamente americano, un coche, una mujer que mira sin que le veamos la cara. Ya nos estamos preguntando quién conduce, si es el coche de ella, si de un momento a otro lo va a utilizar para esa huida latente.

Tobias Wolff es un tipo curioso, de sonrisa franca y bigote. Nacido en Alabama en 1945, es fundamentalmente un autor de cuentos. Otros libros de relatos que recomendamos son Cazadores en la nieve (no os perdáis el maravilloso cuento que da título al volumen o el titulado “En el jardín de los mártires norteamericanos”), De regreso al mundo, La noche en cuestión. Ha dado clases de escritura creativa en universidades de Estados Unidos y tuvo entre sus colegas a Raymond Carver, con quien a menudo se le relaciona. No exageramos si decimos que es uno de los cuentistas vivos de más prestigio mundial.

En Aquí empieza nuestra historia encontraréis 31 cuentos, de los cuales 21 ya han aparecido en otros libros anteriores y 10 son cuentos nuevos. En cierta medida, es un libro “antología”, para leer los que él mismo considera sus mejores cuentos.

Tobias Wolff huye de los personajes muy marcados y grandilocuentes y prefiere las vidas ordinarias, le encantan los perdedores, los traumas de la infancia o de la juventud, las meteduras de pata, los errores, los comportamientos imprevisibles o irascibles, y los cuenta a modo de crónica. Sus personajes nos atraen porque escribe con detalles concretos y araña de forma sutil en los pequeños conflictos. Niños que mienten, hermanos que no se entienden, parejas en las que reina la incomunicación pero en las que todo parece de lo más normal, es decir, circunstancias cotidianas que, cuando las observamos de cerca, como el fango mirado al microscopio, resultan extraordinarias.

Un libro fácil de leer, gracias a que el autor utiliza un lenguaje sencillo, declarativo, en el que la voz narrativa no se implica sobre esos personajes a veces apáticos, perdidos. Los finales son en general abiertos, como la vida, que continúa. No importa tanto el final sorpresivo, que no suele darse, ni la trama, sino la sensación, la impresión, la inquietud y la molestia que queda al llegar al último punto y, en el mejor de los casos, la lucidez que nos invade.

Lo recomendamos a lectores adultos que gusten de historias reales. No os defraudará.

lunes, 8 de marzo de 2010

Bienvenidos al blog de la sección de libros de “No apagues la luz”


Las nuevas tecnologías son menos fieras de lo que las pintan.

Inauguramos hoy este blog dedicado a la sección de libros del programa de Popular TV Navarra “No apagues la luz”.
Para todos aquellos que os quedasteis con ganas de apuntar el título de esa novedad editorial. Para los que os habéis leído la novela que presentamos la semana pasada y os gustaría dejarnos vuestro comentario. Para los que queréis que hablemos del libro que os dejó un recuerdo diferente.
Para todos vosotros, lectores y telespectadores, este punto de encuentro y disfrute de la literatura.

En los próximos días iré colgando los resúmenes de los programas anteriores. Espero que os guste y que os animéis a leer nuestras sugerencias.