martes, 17 de enero de 2012

Kazuo Ishiguro, Nocturnos


A pesar de su nombre y de su aspecto, Kazuo Ishiguro (Nagasaki, 1954) es un autor profundamente británico. Con seis años se trasladó a Londres, donde vive en la actualidad, y recibió una educación por completo inglesa. En su haber está la maravillosa novela Los restos del día, cuya adaptación al cine, con Emma Thompson y Anthony Hopkins, es más que recomendable.

En Nocturnos, aparecido en Anagrama en 2010, encontramos, como dice su subtítulo, cinco historias de música y crepúsculo, entendido como crepuscular el tono, de fracaso generalizado, de confrontación de las promesas de juventud con los desengaños que va alimentando el tiempo. Estamos, por tanto, ante un libro de relatos, de esa longitud tan querida por los autores anglosajones, cuentos de cuarenta a cincuenta páginas al estilo de Alice Munro, que se leen como variaciones musicales de un mismo tema. Como nexo común, la música y los músicos: un músico callejero en Venecia, un saxofonista en una clínica de cirugía plástica, un violonchelista que conoce a una extraña mujer, dispuesta a darle consejos para mejorar su técnica, entre otros. Todos ellos intentando emerger de un mar de dudas, hacia un futuro (o un pasado) mejor, más exitoso, más feliz, en suma. Y, sin pretenderlo, resultando en ocasiones ridículos, como solo el ser humano puede serlo.

Finales abiertos y ambiguos, con ese punto de desasosiego que nos gusta, sin catarsis, en una escritura de la sutilidad, de la insinuación y del esbozo. Y algo a lo que, quizás, no estamos muy acostumbrados: escenas humorísticas, de corte sarcástico, para darle el toque british al asunto...


Si queréis ver el vídeo de la segunda parte de este programa (18/01/2012), pinchad aquí.

Pascal Quignard, Todas las mañanas del mundo


La pregunta de por qué hay autores extranjeros de calidad y éxito en sus países y casi desconocidos en España es algo de difícil explicación. Las causas permanecen, en muchos casos, ocultas a la lógica. Esto ocurre con Pascal Quignard (Verneuil-sur-Avre, Francia, 1948), escritor, filósofo, músico muy culto (toca el piano, el órgano, el violonchelo y el violín). En su haber, varios ensayos y una larga lista de novelas, la mayor parte breves (no llegan a las 100 páginas en muchos casos), en las que la reflexión se filtra entre la trama, con un estilo poético de frases cortas, contundentes, sensoriales.

En la novela breve Todas las mañanas del mundo (1991), de la que hay película, por cierto, protagonizada por Gérard Depardieu y con banda sonora interpretada por Jordi Savall (en sí misma recomendable), nos trasladamos al siglo XVII, cerca de París, donde vive el señor de Sainte Colombe, un austero maestro de viola de gamba, que vive sumido en la tristeza desde la muerte de su esposa. La música es su único consuelo, así como sus dos hijas, con las que interpreta las obras que compone. Su fama llega a oídos del Rey, que lo quiere en la Corte, pero el maestro rehúsa la invitación para recluirse a tocar la viola día y noche, en la cabaña del jardín. Hasta que un día Marin Marais, un joven aprendiz de viola de gamba codicioso de éxito y reconocimiento, le pide ser su discípulo.

Quizás lo más interesante de la novela sea la relación entre el enigmático maestro y el impetuoso joven, quien deberá aprender que solo a través del alma, y no de la técnica, deja uno de “hacer música” para “ser músico”. También impera en este libro la marca de la casa de Pascal Quignard, esa escritura en claroscuro (como en un cuadro de De la Tour), entre brumas (como en las pinturas de Claude Le Lorrain), que, en su registro intimista, transmite cierta tristeza, cierta soledad, esa melancolía de lo bello.

Esta novela resulta difícil de encontrar en librerías. Digamos que los libros de Quignard no están apilados cual ladrillos formando una torre con carteles promocionales. Vaya meditando alguna editorial española su reedición como merece.


Si queréis ver el vídeo de la primera parte de este programa (18/01/2012), pinchad aquí.