martes, 6 de abril de 2010

Patricia Highsmith, Extraños en un tren


Pongamos que existe el crimen perfecto. Pongamos que dos desconocidos se encuentran en un tren, comienzan una conversación anodina y confiesan que cada cual por su lado desearía deshacerse de una persona de su entorno. Saben que la proximidad les delataría demasiado pronto. Guy es un hombre elegante, con clase, de vida ordenada. Bruno es un joven, impulsivo, de aspecto descuidado. Bruno quiere ver muerto a su padre y Guy no sabe qué hacer para librarse de su esposa, que no le quiere dar el divorcio. De la cabeza atormentada de Bruno surge el plan: él matará a la mujer de Guy a cambio de que Guy elimine a su propio padre. Como son dos desconocidos, nadie dará con ellos, la policía no encontrará el móvil ni el rastro que los inculpe.

La autora publicó esta novela en 1950, cuando contaba con unos sorprendentes 29 años. Un año después, Alfred Hitchcock la adapta al cine, siendo Raymond Chandler el guionista. La versión cinematográfica no guarda con el libro más que el planteamiento, pero hay que verla porque es una gran película, a pesar de que los buenos se mantienen buenos y los malos son castigados. Estamos en el cine de los cincuenta, un poco de consideración.

Patricia Highsmith tuvo una vida excéntrica y solitaria. De su Texas natal se trasladó a Europa en los años 60 y murió en Suiza en 1995. Sus tramas eran demasiado osadas para la época, los ambientes demasiado claustrofóbicos y el bien no siempre triunfaba sobre el mal. Tampoco hay policías heroicos, otro trazo que la separa de la novela policíaca arquetípica. Leyendo su obra, el lector experimentará un placer teñido de escalofrío. Las fronteras morales por las que se rigen sus personajes no están claras, pero ella los pone en primer plano, somos capaces casi de palpar las psicopatías que los atormentan. Pensemos en el protagonista de El talento de Mr Ripley, un estafador que suplanta la personalidad de aquellos a quienes asesina. Casi nada.

Ah, y también engancha. Una gran lectura.

Si queréis ver el vídeo de la segunda parte de este programa (31/03/2010), pinchad aquí.

1 comentario:

  1. HOla, vuelvo a tu entrada sobre Highsmith y Extraños en un tren tras haber publicado la mía sobre la autora y su personaje Tom Ripley.
    La verdad es que leer a Highsmith te provoca una sensación extraña. No puedes empatizar con sus personajes pero al mismo tiempo no te dejan indiferentes. A mí me parece que Hitchock y ella tienen en común la forma de generar tensión sin recurrir a elementos extraños.
    (He editado mi entrada para enlazarte)

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