viernes, 12 de marzo de 2010

Antoine de Saint-Exupéry, El Principito



Saint-Exupéry salía en los billetes azules de 50 francos, sin gorro de cuero ni gafas de aviador, aunque yo siempre lo he recordado de esa guisa. Era la época en la que la aviación era una actividad incipiente y arriesgada. En la Segunda Guerra Mundial, su avión fue abatido por un piloto alemán en la costa cercana a Marsella y desapareció en el mar. El piloto alemán leía las obras de Saint-Exupéry, todos los aviadores lo admiraban, aunque en la batalla les hubiese tocado luchar en bandos enemigos. No supo a quién estaba disparando.

Hay otros libros de él que nos gustan, que se inspiran en su propia experiencia como piloto pionero de los vuelos postales internacionales. Recordemos Correo del Sur, Vuelo nocturno o Tierra de Hombres.
El Principito apareció publicado por primera vez en 1943. Parte de un suceso real: Saint-Exupéry sobrevivió a un aterrizaje forzoso en el desierto del Sahara con su avioneta, pero sufrió deshidratación y alucinaciones hasta que, tras cuatro días de soledad e inanición, un beduino lo rescató.

En sus escasas 120 páginas, salpicadas de las estilizadas ilustraciones del propio autor, el narrador de la historia, un aviador extraviado en el desierto, conoce al Principito, un niño que proviene de un asteroide y que le cuenta su historia. Ha viajado por seis planetas, cada uno de ellos habitado por un personaje diferente y simbólico: un rey, un vanidoso, un borracho, un hombre de negocios, un farolero y un geógrafo.

Todos ellos demostrarán, a su manera, lo vacías que se vuelven las personas cuando se transforman en adultas, cómo vamos perdiendo la noción de lo que es de verdad importante en la vida, al mismo tiempo que nos llenamos de vicios como la soberbia, la inconstancia, la vanidad o la artificialidad.

Os recomendamos esta obra porque es un clásico de la literatura, de esos que no dejan indiferente. Es un libro metáfora, una cebolla a la que se le pueden ir quitando capas y llegar hasta el meollo más filosófico de la existencia humana. O, simplemente, quedarnos en la superficie de una historia fantástica y bella, como la delicada rosa que ama el Principito.

Puede parecer un libro para niños, por la forma en que está escrito, por las ilustraciones, pero en realidad trata temas profundos como el sentido de la vida, la amistad o el amor. Leámoslo con nuestros niños: a ellos les encantará y a nosotros, adultos atrapados en nuestro mundo de obligaciones, cifras, trabajos y rutina, nos volverá a conectar con lo esencial, con esos corazones de niño que durante tanto tiempo nos hemos esforzado en acallar.

Os dejo con una cita del libro, de esas que son como para apuntar en la agenda y llevarla siempre con nosotros: “He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos."

Y para fans, esta web muy recomendable, en inglés y francés, porque la literatura no acaba cuando llegamos al punto final: www.lepetitprince.com

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