miércoles, 30 de noviembre de 2011

Gonzalo Calcedo, Siameses



“Mi madre entendía mucho de ahogados. Guardaba docenas de recortes de prensa sobre gente que había muerto con los pulmones encharcados y sabía qué piscinas estaban malditas y cuáles no.” De este modo comienza “Liturgia de los ahogados”, uno de los 19 cuentos de Siameses, el último libro de Gonzalo Calcedo (Palencia, 1961). Autor de una quincena de libros (todos ellos de relatos, a excepción de una novela), Gonzalo Calcedo es sin discusión uno de los mejores escritores españoles del género breve. Un escritor coherente, al margen de modas e intereses extraliterarios, que ha logrado manejar a su antojo el complejo mecanismo del cuento. Alguien de quien algunos hemos aprendido mucho y a quien tenemos mucho que agradecer.

Con sendos prólogos de otros dos maestros del género (Carlos Castán y Juan Bonilla), Siameses es la reedición de dos libros anteriores (Otras geografías, 1996, y Liturgia de los ahogados, 1997), dos de sus primeros libros de relatos. Tras la inquietante piscina de la portada, encontraremos historias cotidianas de amigos y vecinos, gente normal, parejas a la espera de un destello de ilusión milagrosa, escenas familiares donde, de pronto, algo estalla en silencio.

Gonzalo Calcedo se sirve de un buril para escribir sobre sus personajes, desdichados, encerrados de repente, extraños, súbitamente enfermos. Su prosa va enlazando frases escénicas, fotográficas, diálogos desnudos, conduciéndonos de la mano por una realidad próxima, conocida y, sin embargo, tan extraña. Quien no lo conozca, ya puede correr a leer a Calcedo. Su escritura tensa, sutil, comedida, no nos dejará indiferentes.

Si queréis ver el vídeo de la segunda parte de este programa (23/11/2011), pinchad aquí.

Eduardo Laporte, Luz de noviembre, por la tarde



Aviso para navegantes: esta no es una lectura fácil, en la que la ficción apenas nos roce. Publicada por la editorial Demipage, la última novela de Eduardo Laporte (Pamplona, 1979) se nos presenta como un órgano abierto y bello, despiezado, en carne viva, a pesar de su estilo comedido, sutil y elegante. Porque el dolor, si está bien contado, también puede acabar brillando.

Luz de noviembre, por la tarde narra los últimos meses de la vida del padre de nuestro escritor, enfermo de cáncer, bajo la sombra de la reciente muerte de la madre, escasos meses atrás. Todo ello sucede en el año 2000 (Eduardo es un joven universitario de 21 años), aquel año tan eufórico para los demás como triste y sombrío para el autor/protagonista, que, como en un collage, en apariencia desordenado, va descubriendo y descubriéndose en las pequeñas escenas cotidianas y en las reflexiones desde el presente. Así, imitando con maestría los mecanismos de la memoria, sus zonas en penumbra, construye un iceberg de recuerdos sumergidos donde el silencio es, en ocasiones, menos ambiguo que lo que una vez se dijo.

Un libro bien escrito y que agita por dentro, que parte de la familia de Eduardo para trasladarnos a la nuestra propia, a nuestros padres, hijos, hermanos, esos grandes desconocidos con los que compartimos la existencia, acostumbrados a ellos como si siempre hubiesen estado ahí, como si siempre fuesen a estar con nosotros. Una lectura que nos raspará por dentro, como la vida, pero de la que emergeremos, a buen seguro, más lúcidos, más fuertes.


Si queréis ver el vídeo de la primera parte de este programa (23/11/2011), pinchad aquí.