miércoles, 5 de octubre de 2011

Richard Ford, Mi madre


“No hubo en su vida nada particularmente brillante, nada notable, nada heroico. Pero de alguna manera, hizo para mí posibles mis afectos más verdaderos.” Esto es lo que escribe Richard Ford (Jackson, EEUU, 1944), quizás uno de los mejores escritores norteamericanos de la actualidad (junto con Roth, DeLillo o Updike), en Mi madre, este pequeño y delicioso libro de memorias que se lee de un tirón y cuyo poso queda largo tiempo en nuestro diario de lecturas.

Con un estilo sencillo y conciso, el autor relata con emoción la vida de su madre, Edna Atkin, desde la perspectiva de su reciente muerte. De este modo, recorreremos los primeros años de la infancia y juventud de Edna en los años de la Gran Depresión y, más adelante, la vida en familia, el matrimonio Ford, el nacimiento del pequeño Richard, la muerte del padre y el nuevo escenario que les toca compartir a la madre viuda y al hijo huérfano.

Este libro tiene muchas virtudes: su tono de fina ternura, que no rehúye los momentos tensos pero se aleja del patetismo fácil; el personaje anónimo de la madre, tan valioso en amor y entrega, aceptando el destino que la vida le ofrece; el vínculo familiar a pesar de la muerte, de las adversidades, del paso del tiempo. El autor/hijo intentará narrar la vida de la madre por entero, pero incluso en las regiones más próximas de la memoria existen lugares en penumbra, que no se iluminan del todo. El recuerdo siempre es incompleto y eso es lo que lo hace valioso, relevante, único.



Si queréis ver el vídeo de la segunda parte de este programa (05/10/2011), pinchad aquí.

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